El
sol alumbra en la noche
Un
día como hoy, 20 de febrero, nació Kurt Cobain, vocalista de Nirvana. Antes de
que existiera este blog escribí este texto sobre los 20 años de su muerte, que
se conmemoraron el cinco de abril del 2014. Hoy quiero compartírselos a todos ustedes, con la
salvedad de que es un texto más personal que informativo. No siendo más, disfrútenlo
y léanlo mientras escuchan las canciones de este mártir del rock.
El cinco de abril de 1994 Kurt
Cobain se suicidó en su casa de Seattle. Tres días después, un electricista que
fue a instalar un sistema eléctrico de seguridad lo encontró sin vida y pensó
que era un maniquí. La autopsia concluyó que Cobain se había pegado un tiro en
la cabeza con una escopeta. Pero en ella no se describieron los delirios que pudo
haber tenido el vocalista de Nirvana antes de que le diera un punto final y
sangriento a su vida.
Quizás Cobain, nacido en
1967, cerró los ojos y volvió a abrirlos después de escuchar a un niño de
cuatro años tocar el piano. Luego de buscarlo por toda la casa y de encontrarlo
en el jardín se asustó al darse cuenta de que ese niño era él mismo. Quizás trató
de hablarle pero el niño se fue corriendo y Cobain se encontró con una horda de
fanáticos, productores y periodistas que le pedían un autógrafo mientras se
derretían como la cera. Huyó desesperado, entró al baño y al ver la bañera
llena de agua y de pistolas comenzó a recitar varias veces ese fragmento del Almuerzo desnudo de William Burroughs que dice así:
“salvavidas desnudos transportan pulmones
de acero llenos de jóvenes paralíticos”.
Quizás Cobain salió de ahí y
seguía recitando esas palabras que se aferraban a su boca como las letras de
las canciones que ya no quería cantar. Se encontró con el mismo Burroughs sentado
en el comedor y con un revolver en la mano. Cobain le preguntó si el sol
alumbraba de noche pero el profeta heroinómano lo miró a los ojos y guardó
silencio. Cobain quiso gritar y sentir el calor de ese sol que no veía desde su
encierro nocturno, pero sus pulmones se contrajeron como los de un joven
paralitico. Cerró y abrió sus ojos, corrió por toda la casa y entró a su
habitación. Vio a Ícaro recostado en la cama, agonizando, con sus alas hechas
cenizas y murmurando varias veces la palabra sol. Cobain tocó el cuerpo de
Ícaro y este se deshizo. Sus dedos quedaron negros y respiró profundo. Tomó una
hoja de papel y en ella le escribió a su esposa Courtney y a su hija Francis una
despedida. Metió la carta en un florero y lo que sucedió después es conocido
por todos.
Si la autopsia hubiese
tenido en cuenta estos detalles no nos hubiéramos apresurado a decir que Cobain
partió de este mundo como una víctima más de la fama. Simplemente hubiéramos
dicho, para consuelo de su alma, que él interrumpió su camino porque quiso ver
al sol alumbrar en la noche. Por fortuna sus canciones alumbran a cualquier
hora del día.
A propósito del nacimiento de Cobain les comparto este artículo de El País sobre el encuentro que tuvo Cobain con William Burroughs:
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