20 de febrero de 2015

El sol alumbra en la noche



Un día como hoy, 20 de febrero, nació Kurt Cobain, vocalista de Nirvana. Antes de que existiera este blog escribí este texto sobre los 20 años de su muerte, que se conmemoraron el cinco de abril del 2014. Hoy quiero compartírselos a todos ustedes, con la salvedad de que es un texto más personal que informativo. No siendo más, disfrútenlo y léanlo mientras escuchan las canciones de este mártir del rock.   

El cinco de abril de 1994 Kurt Cobain se suicidó en su casa de Seattle. Tres días después, un electricista que fue a instalar un sistema eléctrico de seguridad lo encontró sin vida y pensó que era un maniquí. La autopsia concluyó que Cobain se había pegado un tiro en la cabeza con una escopeta. Pero en ella no se describieron los delirios que pudo haber tenido el vocalista de Nirvana antes de que le diera un punto final y sangriento a su vida.

Quizás Cobain, nacido en 1967, cerró los ojos y volvió a abrirlos después de escuchar a un niño de cuatro años tocar el piano. Luego de buscarlo por toda la casa y de encontrarlo en el jardín se asustó al darse cuenta de que ese niño era él mismo. Quizás trató de hablarle pero el niño se fue corriendo y Cobain se encontró con una horda de fanáticos, productores y periodistas que le pedían un autógrafo mientras se derretían como la cera. Huyó desesperado, entró al baño y al ver la bañera llena de agua y de pistolas comenzó a recitar varias veces ese fragmento del Almuerzo desnudo de William Burroughs que dice así: “salvavidas desnudos transportan pulmones de acero llenos de jóvenes paralíticos”.


Quizás Cobain salió de ahí y seguía recitando esas palabras que se aferraban a su boca como las letras de las canciones que ya no quería cantar. Se encontró con el mismo Burroughs sentado en el comedor y con un revolver en la mano. Cobain le preguntó si el sol alumbraba de noche pero el profeta heroinómano lo miró a los ojos y guardó silencio. Cobain quiso gritar y sentir el calor de ese sol que no veía desde su encierro nocturno, pero sus pulmones se contrajeron como los de un joven paralitico. Cerró y abrió sus ojos, corrió por toda la casa y entró a su habitación. Vio a Ícaro recostado en la cama, agonizando, con sus alas hechas cenizas y murmurando varias veces la palabra sol. Cobain tocó el cuerpo de Ícaro y este se deshizo. Sus dedos quedaron negros y respiró profundo. Tomó una hoja de papel y en ella le escribió a su esposa Courtney y a su hija Francis una despedida. Metió la carta en un florero y lo que sucedió después es conocido por todos.

Si la autopsia hubiese tenido en cuenta estos detalles no nos hubiéramos apresurado a decir que Cobain partió de este mundo como una víctima más de la fama. Simplemente hubiéramos dicho, para consuelo de su alma, que él interrumpió su camino porque quiso ver al sol alumbrar en la noche. Por fortuna sus canciones alumbran a cualquier hora del día.

A propósito del nacimiento de Cobain les comparto este artículo de El País sobre el encuentro que tuvo Cobain con William Burroughs:

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