Mientras
escribo esta reseña, este intento de reseña, escucho “Fractal”, el más reciente
sencillo de la agrupación bellanita Margarita Siempre Viva, un abrebocas de su
próximo larga duración.
Aparte
del sintetizador (instrumento con el que recientemente Margarita Siempre Viva ha
hecho unas exploraciones bastante interesantes que le han dado a su sonido
nostálgico algunos visos de vitalidad), lo que más me llama la atención de esta
canción es la letra, la cual expresa con sinceridad los vaivenes de la
existencia, desde el desdén que no se despega de nuestros ojos al amanecer, hasta
la esperanza que se evapora al atardecer.
“Colirio,
desmánchame las monedas de papel”, esta frase me hace recordar el “pensar es
tener los ojos enfermos” de Bajotierra, el mantra de una generación cansada de
pensar lo mismo y que todavía tiene los ojos enfermos. Pido disculpas por la
analogía forzada, pero me es inevitable hacerla porque así nos separen unos
años, los que cantamos “Ojos enfermos” embriagados o extasiados, tratando de no
pensar en el ruido de las balas y las bombas, no nos diferenciamos en nada de los
que hoy cantan “Fractal” en medio del desdén reinante. Al fin y al cabo,
Medellín es un sucio que se nos mete a los ojos para el cual ningún colirio es
efectivo.
Los
contrastes existenciales de la letra también los transmite la música: “Fractal”,
a pesar de sonar apacible y bucólica en un inicio, es densa, como si en vez de
una canción indie fuera a sonar el Réquiem de Mozart. El
sintetizador aporta misterio, una atmosfera lúgubre de la que es difícil
desprenderse, hasta que irrumpe un rasgueo de guitarra y la canción se vuelve
enérgica, vibrante, muy en sintonía con las primeras canciones del grupo. Más
que un capricho efectista, este repentino cambio de ritmo es una metáfora de la
vida misma y sus constantes movimientos. Ahí, el fractal, más que ser un título
atractivo, cobra sentido porque en medio del caos va a revelar su infinita
belleza a quien esté dispuesto a apreciarla.
Este
detalle me hace pensar en algo después de escuchar “Fractal” una, dos, tres,
cuatro y hasta cinco veces: más que una canción triste, Margarita Siempre Viva
hace una celebración de la vida y tal vez ello abra nuevos ciclos en el grupo
que, como un fractal, revele formas insospechadas.
Por ahora, y antes de darle punto final a esta reseña, a este intento de reseña, me limito a esperar a que el próximo disco de Margarita Siempre Viva (cuyo baterista, Camilo el “Bichi”, se marchó de la banda por “motivos personales”) llegue pronto. Mientras tanto, seguiré escuchando “Fractal” una, dos, tres, cuatro y cinco veces más, hasta que el colirio, parafraseando a Mateo, Cristian, Alejandro y Daniel, desmanche las monedas de papel.
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