16 de diciembre de 2014

Festivales Zona 2: Dos días llenos de puro rock, reggae y hip hop (segunda entrega) 

El pasado 15 y 16 de noviembre se realizó en el Parque Juanes de la Paz el Festival Zona 2, un certamen realizado por varias organizaciones comunitarias de la Comuna Noroccidental de Medellín y que tuvo el fin de promocionar a las bandas locales, nacionales e internacionales. Durante esos dos días miles de personas disfrutaron del rock, el reggae y el hip hop. Música Bacana estuvo presente y por eso publicará por entregas un reportaje con todo los detalles de este festival.

Todo el mundo está a la expectativa

A Don Elkin Restrepo no le gusta el rock. Si lo pusieran a escoger entre Los Toreros Muertos y DaríoGómez escogería al Rey del despecho sin pensarlo. Aun así, espera que los asistentes al Festival Internacional Rock Comuna Seis y Castilla Festival Rock se acerquen a su puesto para comprarle michelada, gaseosas, cigarrillos y mecato. 

—Yo espero que haya buena ventica, ombe. Pero lo que más espero es que no haya violencia y que los muchachos no se descontrolen con el traguito, ni con la musiquita.  

Dice Don Elkin con un marcado acento paisa. Desde hace cinco años él trabaja en el Parque Juanes de la Paz y conciertos como el de hoy le dejan buenas ganancias. Incluso, mañana trabajará como Dios manda, ya que los festivales Big Up y Hip 6 le traerán nuevos clientes. Pero si la música “no suena muy duro” Don Elkin encenderá un mini componente que tiene acondicionado en su puesto para escuchar las canciones de Darío Gómez que tanto le gustan.

Antes de que comienze el festival algunas personas divisan la ciudad desde la terraza del Parque Juanes. Foto de Feipe Sànchez Hincapiè. 

Por su parte, Luz Dary está dispuesta a meterse a los pogos para vender las latas de cerveza y las botellas de vino de maracuyá que guarda en su bolso. Aunque ella no solamente lo hará por su trabajo, sino también porque le gusta el rock.

—Donde haya rock y reggae allá estoy. Como yo soy vendedora ambulante vine acá a ganarme la vida y a divertirme.

Ante las preguntas de cómo Luz Dary mantendrá el equilibrio durante los pogos mientras vende sus productos, ella asegura que tiene la experiencia suficiente para no caerse en medio de la algarabía.

Pero el menos optimista con las ventas de hoy es Eduardo. Él está a cargo de una cama elástica que alquila a mil pesos y no se esperaba un público tan “rockero” como el que empieza a ingresar al Parque Juanes.

—Yo esperaba que vinieran más niños, pero acá hay más rockeros y la cama no aguanta el peso de ellos. Aunque de pronto me echo a dormir en ella o antes de que llegue mi esposa me pongo a ver a esas punkeras que están muy lindas. 

Algunas personas buscan un buen lugar para disfrutar del festival. Foto de Felipe Sànchez Hincapiè.

Y vaya que sí lo están. O si no que lo digan tres agentes carabineros que miran embobados a una muchacha paseándose por el parque, montada en una patineta y luciendo una blusa blanca y unos shorts. Los agentes vuelven en sí y vigilan a las personas que hacen fila en el acceso principal. Varias de ellas lucen con orgullo, a pesar del calor, camisetas negras estampadas con los logos de Nirvana, Led Zeppelin y otras bandas de rock. La mayoría viven en Castilla o en sectores aledaños como Robledo, Doce de Octubre y Picacho, aunque otras provienen de lugares más alejados como el corregimiento de San Antonio de Prado.

Los minutos pasan y todos quieren estar dentro del Parque Juanes cantando y pogueando las canciones de Braille, Metrallo, Los Suxioz, Antexedentez, Fe Nefasta, IV Tiempos, FértilMiseria, Desadaptadoz, Psicopath Billy y Los Toreros Muertos. Sin embargo, Jonathan y Santiago esperan con paciencia. Para ellos la música ocupa un lugar muy importante en sus vidas y por eso no quieren perderse ninguna de las bandas que participarán en el festival. 

—Para mí este es un festival que no tiene nada que envidiarle a otro. Tiene buenas bandas y buena gestión.

Comenta Santiago, y tanto él como Jonathan están de acuerdo con que se cobre por primera vez el ingreso al festival, ya que el aporte de tres mil pesos, además de concientizar al público de que puede invertir en un espectáculo memorable, será utilizado para reparar la sala de ensayos de Ciudad Frecuencia, un colectivo del barrio Castilla que promueve a las bandas locales, y cuyo techo no pudo resistir elaguacero que el pasado 29 de octubre convirtió a Medellín en una piscina llena de troncos y carros arrastrados por la corriente.

Algunas recomendaciones dadas por el equipo organizador del Festival Zona 2 para disfrutar de este certamen sin ningùn problema. 

Los minutos pasan y la fila se hace más larga. Felipe Laverde, director de Ciudad Frecuencia, observa emocionado la escena. Para este chelista y gestor cultural estos dos días de música son posibles gracias al trabajo mancomunado de los artistas y las organizaciones comunitarias de las comunas cinco, seis y siete de Medellín (Zona 2), quienes “han realizado un trabajo de convivencia y reconocimiento de la música local” y lograron un “festival de talla internacional en el que los grupos pueden expresar sus miradas desde lo político, social y musical y demostrarle a la comunidad de que la Zona 2 no es una zona de guerra, sino de mucha convivencia.

A pesar de que “Pipe” Laverde está pendiente de que todo salga bien, él disfrutará al máximo este festival.

—Yo espero mucha convivencia, mucha música. No queremos hablar de géneros, ni fronteras, sino demostrar que la música es una. Este es un festival que se construye entre todos porque cantando podemos vivir en comunidad. 

Felipe Laverde, gestor cultural y director de Ciudad Frecuencia. 

Las palabras de Laverde no se alejan de la realidad, porque tanto punkeros y metaleros, como jóvenes y viejos cantarán a una sola voz esas canciones que hablan sobre el amor y la violencia, la vida y la muerte. Todos moverán sus cabezas y lanzarán un grito liberador que estremecerá a una ciudad caótica y bella como lo han hecho en cada una de las versiones de Rock Comuna Seis, Castilla Festival Rock, Hip 6 y Big Up, que se realizan desde hace diez, siete, seis y tres años respectivamente.

Un policía con cara de niño mira su reloj de pulsera. Son las tres en punto de la tarde y por fin autorizan el ingreso del público al Parque Juanes. Minutos antes los Toreros Muertos terminaron su ensayo y se fueron a almorzar a algún restaurante del sur de la ciudad  con Alejandro Lesmes, quien no cabía de la dicha. Pero la dicha de quienes verán a los españoles y a las demás bandas en tarima es tan grande, que a nadie le importa que el sol derrita sus manillas de cuero. No es una exageración, los aproximadamente 27° C que hacen en estos momentos pueden derretir cualquier cosa.

A pesar del fuerte sol, muchas personas quieren disfurtar el Festival Zona 2. Foto de Felipe Sànchez Hincapiè 

Si quieres saber más sobre lo que pasó en el festival, préstale atención a Música Bacana porque en esta semana publicará más detalles de lo acontecido en este certamen.  








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